El destacado investigador chileno Luis Razeto ha propuesto 14 tesis sobre la Economía Solidaria que a continuación reproducimos:
La economía de solidaridad no está centrada en las cosas sino en las personas, constituyendo un modo de hacer economía que pone al centro al ser humano, y al trabajo por sobre el capital, el dinero y los productos.
Implica la organización comunitaria y la realización de emprendimientos asociativos, y no persigue como objetivo central la utilidad o el lucro individual sino el beneficio compartido y social.
Ella no solamente supone sino que se basa de modo esencial en la organización, la solidaridad y el esfuerzo activo de los mismos grupos y comunidades que optan por ella.
La economía de solidaridad no es «economicista» sino integral, constituyendo un proceso a la vez económico, político y cultural.
La economía de solidaridad no rechaza el mercado, se inserta en él; pero no se funda en sus «leyes» y automatismos supuestamente objetivos que generan concentración y exclusión. Puede decirse en tal sentido que en su operar «corrige» al mercado, sustituyendo las férreas exigencias de la competencia por los superiores procedimientos de la cooperación, la ayuda mutua, la participación, la asociatividad, la autogestión, etc.
La economía solidaria no es un proyecto estatal, ni se basa en la acción de los Gobiernos y organismos públicos. Aunque se relaciona con ellos y aprovecha las oportunidades que le ofrezcan los servicios públicos, su espacio de acción y desarrollo es la sociedad civil, en la cual forma parte de lo que algunos han empezado a llamar el «tercer sector» de la economía.
La economía de solidaridad no es exclusiva de algunos grupos sociales particulares, no se limita siquiera al extenso mundo de los pobres, sino que convoca a toda la sociedad, siendo posible que todos participen en ella.
Pero es un hecho que la economía de solidaridad surge desde los sectores populares empobrecidos, y que su agente principal son las comunidades y personas que buscan salir de la pobreza mediante actividades económicas desplegadas asociativamente y con una lógica solidaria.
Un componente de la economía de solidaridad son las donaciones, que ella misma suscita, las que vienen en su apoyo evitando sin embargo que se generen dependencias sino, al contrario, buscando favorecer el desarrollo de la autonomía en los grupos beneficiarios.
Elementos centrales de la economía de solidaridad son la educación popular y la economía popular, que en la economía de solidaridad se relacionan estrechamente, orientándose y haciéndolas converger en experiencias de base popular que integran el desarrollo personal y la realización de emprendimientos económicos eficientes.
Las experiencias de economía de solidaridad buscan integrar la vida familiar y comunitaria con las actividades orientadas a generar los recursos y medios económicos que las sostengan. Así, ellas otorgan especial importancia al territorio local en que se insertan las iniciativas, buscando siempre favorecer su desarrollo y perfeccionamiento. En otros términos, la economía de solidaridad asume como propio objetivo el desarrollo local.
La economía de solidaridad no es una propuesta coyuntural o de corto plazo, sino una perspectiva orientada hacia el futuro, destinada a permanecer en el tiempo, a crecer y perfeccionarse ampliando progresivamente el campo de sus realizaciones. Por ello no se desalienta por las dificultades encontradas en sus fases iniciales, siempre las más complejas y poco comprendidas dado un contexto tan diverso a ella que incluso a veces se plantea adverso a su existencia.
La economía de solidaridad procede conforme a una racionalidad económica distinta a la del capitalismo predominante, y no aprueba ni promueve el actual modelo de desarrollo, buscando por el contrario crear las bases y ser parte de un desarrollo alternativo.
Si bien en sí misma la economía solidaria no se presenta como una propuesta macroeconómica ni como un «sistema» global, persiguiendo más bien la conformación de un «sector» dentro de una economía pluralista en que también ocupan un lugar y roles importantes los sectores privado y público, el proyecto de la economía solidaria no se concibe desconectado de procesos más amplios y globales de transformación y democratización económica y política. Específicamente, a nivel macroeconómico la economía de solidaridad se concibe como parte de un proceso de democratización del mercado.