Las empresas más comprometidas con la transformación social alcanzan nuevas cotas pese a la crisis desencadenada por la covid-19.

Así se desprende del informe anual sobre el sector de la ESS, que este año se ha presentado en Teruel, capital española de la economía social 2021. El informe registra que las empresas integrantes de REAS superaron por vez primera el umbral de los 1.000 millones de ingresos en 2020, el año más duro de la pandemia, y que, pese a los estragos de la covid-19, lograron crear empleo en casi todas las ramas de actividad, con la única excepción significativa de la restauración y la hostelería.

Todo ello, además, sin renunciar a las características que definen a este tipo de actividad económica, sintetizadas en seis ejes: equidad, trabajo democrático y de calidad, sostenibilidad ambiental, intercooperación, fines no lucrativos y compromiso con el entorno. Los valores de este tipo de empresas, subrayó durante la presentación del informe la directora general de Trabajo Autónomo, Economía Social y Responsabilidad Social, Maravillas Espín, son básicos “para conseguir una sociedad más justa y solidaria, poniendo el foco en la transformación social”.

El informe muestra verdaderamente las entrañas del sector —a sus promotores les gusta decir que enseñan el corazón— a partir del balance o auditoría social, que esta edición ha sido realizado por 600 entidades, entre ellas Alternativas económicas. A través de esta herramienta, construida inicialmente por la Xarxa d’Economia Solidària (XES), las entidades comparten no solo los datos económicos convencionales de su actividad, sino también la forma de trabajar y cómo se abordan, en la práctica, los citados ejes y los valores que la definen.

Las entidades de REAS superaron por vez primera los 1.000 millones de ingresos en 2020

El resultado de esta macroencuesta muestra una fotografía muy distinta de la economía convencional, empezando por la equidad salarial y de género: la brecha salarial —la diferencia entre el salario del que más cobra y el que menos en una misma empresa— es de apenas 1,6 de media, a una distancia sideral de las magnitudes de la economía capitalista, en la que se alcanzan casos de 100 y hasta de 1.000. Y se trata de un sector muy feminizado, tanto en la base (el 63% de los trabajadores son mujeres) como también en los puestos de responsabilidad, copado en un 61% por mujeres.

Toma de decisiones

La participación de los trabajadores en la toma de decisiones tiene consecuencias en las políticas que luego se llevan a cabo: el 77% de las entidades que han hecho la auditoría social mejora los permisos legales de conciliación, el 69% opera con finanzas éticas, el 57% usa energía 100% renovable y, como no hay dividendos que repartir, casi el 80% de los beneficios se destinan a reservas, compensación de pérdidas o inversiones propias.

Estos compromisos son perfectamente compatibles con la evolución positiva también respecto a los parámetros económicos convencionales. En apenas un lustro, el sector ha doblado su potencia: las entidades de REAS han pasado de facturar 421 millones en 2016 a 1.007 millones en 2020, con una evolución similar en el empleo, que ha pasado de 11.000 puestos de trabajo retribuidos a 23.000, una cifra casi equivalente al número de voluntarios total con que cuentan las organizaciones (25.000). El salario medio en el sector fue de 21.029 euros para las mujeres y de 20.861 para los hombres, una diferencia mínima a favor de las mujeres consecuencia de su mayor presencia en puestos directivos.

Sin embargo, pese a los avances continuos, las cifras de la economía solidaria, que aboga explícitamente por avanzar hacia un modelo poscapitalista, son todavía muy modestas en comparación no solo con la economía convencional, sino también en relación con el conjunto de la economía social. Las últimas estimaciones de CEPES, la gran organización de la economía social, de la que también forma parte REAS, sostienen que sus entidades generan 2,1 millones de empleos directos e indirectos y que los ingresos superan los 100.000 millones, equivalentes al 10% del PIB. El último ranking de CEPES incluye hasta ocho empresas con una facturación anual superior a los 1.000 millones, la misma cantidad que todas las entidades de REAS juntas.

La evolución positiva de la ESS prosiguió en 2020, incluso en un entorno tan infernal como el estallido de la pandemia y el parón total por el confinamiento, aunque el 24% cerró el ejercicio en pérdidas. Por sectores de actividad, las más afectadas fueron en restauración y hostelería, que vieron reducidos sus ingresos el 36%; textil (-13%) y cultura y ocio (-12%), en contraposición con tecnología y electrónica, cuya facturación se incrementó el 24% (véase gráfico).

 

Otra consecuencia de la participación directa de los trabajadores en la toma de decisiones empresariales es la de evitar al máximo los despidos, incluso en circunstancias tan complicadas: la mayoría de sectores de actividad de la ESS afectados por importantes reducciones de ingresos siguieron creando empleo en 2020, con la única excepción relevante de la restauración y hostelería, donde hubo un retroceso del 11%, aun y así mucho más moderado que la reducción de ingresos sufrida (36%).