Cuando hablamos de precariedad es porque a pesar del esfuerzo, el trabajo, la dedicación, se vive una situación económica de subsistencia o incluso no llegar a fin de mes. Y también puede hablarse de precariedad cuando las condiciones de trabajo no son dignas, vulneran los derechos y no son éticas. Precariedad no es una palabra nueva. Desgraciadamente, todavía hay situaciones de este tipo y no hace falta que nos imaginemos que ocurre en otro país, en un lugar lejano donde todavía les queda trabajo para establecer regímenes políticos de participación ciudadana. Aquí mismo podemos encontrarnos en precariedad.
Estos últimos meses que han subido tanto los precios de los alimentos, de la energía, y ya llevábamos décadas viendo como el precio de la vivienda está totalmente fuera de lo que sería proporcional y justo; la gran mayoría nos encontramos en una situación de precariedad. Y debemos preguntarnos por qué pasa. Qué podemos hacer nosotros si las reglas del juego las ponen personas que no viven la misma realidad que nosotros, que no saben el esfuerzo que supone pagar un alquiler y suministros que valen la mitad o más de lo que cobro al mes.
Entonces, qué podemos hacer? Pues en mi opinión, no queda otra salida que la de siempre, la que la historia nos ha enseñado, que es la de organizarnos colectivamente para sentirnos dueños de nuestra vida, nuestro tiempo y nuestros valores. Juntarse para sumar y ser más que uno solo para decidir. Así que cooperar es romper con la precariedad. Como en los tiempos de las revoluciones en las fábricas o en las minas del siglo XIX y XX, o de los campos cuando era época feudal y entender que las asociaciones, las cooperativas, es una solución a que un grupo de gente pueda salir adelante. Una forma de organizarse sin tener la premisa de que el beneficio es su único objetivo, sino que los principios pueden y deben ser sociales, de bienestar social y económico.
No existe una sola manera de enfocar un negocio. Todos tenemos que vivir, evidentemente, y, por tanto, el negocio debe ser rentable, pero dentro de esta rentabilidad puede haber toma de decisiones conjunta de forma que todos los que participan, tanto en el ámbito de gestión, producción, comunicación o cualquier otra figura, tengan su voz y voto. La forma de entender las cosas es diferente a la tradicional. Tan importante es el peón como el telefonista, el gestor o el repartidor. Uno sin el otro no tendría sentido. Por tanto, respeto e igualdad entre todos los miembros.
La XES quiere ser voz de este tipo de iniciativas. Quiere ser un escaparate y un dinamizador, un promotor y un incitador a que los cambios en la organización económica y la organización social sean hacia unos cambios en los que todo el mundo tiene el mismo valor y son el centro de cualquier decisión.